Relato mata dato

El año del Inti

Donald Trump tuvo su Stormy Daniel y en el año que asume su segunda presidencia toda la tierra podría tener su Stormy Year. Las erupciones de plasma de la superficie del Sol, conocidas como eyección de masa coronal (EMC) – o fenómeno Carrington – disparan millones de toneladas de partículas energéticas de las que la Tierra no siempre está a salvo, ni en las mismas condiciones de resistir su influjo.

Según los investigadores que analizaron los niveles de carbono 14 en los anillos de los troncos de árboles centenarios hubo tormentas solares en los siglos VIII y X de una magnitud tal que hoy sumiría a nuestro hogar en un verdadero caos. Entonces no teníamos una tan grande dependencia de la electricidad y de las transmisiones por onda dos elementos fundamentales de la vida moderna, por ese motivo no fueron causa de grandes trastornos.

En 1972, durante la guerra de Vietnam decenas de minas submarinas explotaron simultáneamente al sur del puerto de Haiphong, en Vietnam del Norte, en un fenómeno misterioso y, años después, se comprobó que esas detonaciones fueron causadas por los efectos de una tormenta solar.

La EMC más potente registrada se abatió sobre nuestros antepasados cercanos, en 1859 – año en que Carl Marx publicó su crítica a los economistas clásicos “Una contribución a la crítica de la economía política”- y los efectos más llamativos fueron las auroras que se pudieron ver en lugares insólitos como Cuba, Jamaica y Colombia, junto con la interrupción del servicio de telégrafo en toda Europa y América.

Jonathan McDowell, astrofísico de la Universidad de Harvard, afirmó recientemente, que “fácilmente podríamos tener tormentas mucho más grandes durante el próximo año o dos” y que “definitivamente es un momento aterrador para los operadores de satélites”.

El Centro Nacional de Predicción del Clima Espacial de EE.UU. estima que, para julio de 2025, mes en el que creen que se producirá el máximo, el Sol tendrá hasta 115 manchas solares. Estas manchas dan lugar a erupciones solares y a EMC que, si alcanzan la Tierra, pueden causar enormes daños.

Es que en 2025 el Sol alcanzará el llamado máximo solar, un pico de su ciclo de 11 años, en el que el astro rey puede producir dos o tres tormentas por día, en comparación con una por semana en el mínimo solar.

Además de producir espectáculos de luz con sus auroras, las EMC pueden causar apagones de radio de onda corta e interrupciones en las redes eléctricas, ya que se inducen corrientes en cables y transformadores. Por caso, en 1989, una tormenta solar dejó fuera de servicio la red eléctrica de Quebec durante nueve horas, y otra que rozó por poco la Tierra en 2012 podría haber destruido una cuarta parte de los transformadores de alto voltaje de Estados Unidos, según un análisis.

En mayo de este año se verificó una importante serie de EMC que produjeron auroras en lugares diversos e inusuales como en el norte de la India y en buena parte de los EE.UU., como antesala a lo que vendrá en 2025.

Las tormentas también pueden afectar a los satélites, al hacer que la atmósfera se hinche ligeramente, lo que aumenta la resistencia al desplazamiento de los artefactos que están en órbitas bajas. En febrero de 2022, una EMC provocó la pérdida de 38 satélites.

Si en 2025 se produjera una gran tormenta solar, su impacto podría ser mucho mayor que el de cualquier otra en el pasado, debido a la mayor dependencia de la humanidad de la tecnología. Podrían necesitarse meses para reparar los daños en las redes eléctricas y restablecerlas, afectando los suministros de agua y alimentos. Miles de satélites podrían quedar inutilizados, incluidos los que se usan para la navegación, lo que interrumpiría las comunicaciones, colapsando la aviación y el transporte marítimo mundiales.

La NASA y otros organismos dedicados al estudio del cosmos están diseñando planes de contingencia tales como el cambio de órbita de satélites ante las EMC e instrumentos de detección temprana de las emisiones peligrosas del Inti que dan dos horas de tiempo para que las empresas eléctricas desplieguen algún protocolo que desconecte las redes antes de ser impactadas por el fenómeno. Eso, como la respuesta al Covid, requiere de una gran coordinación internacional, justo en momentos en que la Tierra no está para bollos…

Los físicos solares estiman que las probabilidades de que se produzca una tormenta geomagnética de gran magnitud en algún momento de la década de 2020 son del 10 por ciento. Bajo Trump vino la pandemia ¿Nos traerá la tormenta perfecta?

 

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Comentarios

    Lector empedernido
    December 25, 2024

    Gran análisis de una problemática, que, al parecer resulta intrascendente, pero que puede producir un verdadero caos, en todo sentido. Bien Norman.

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      Alejandro Garvie
      January 23, 2025

      Muchas gracias!!!

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Politólogo UBA, Master FLACSO, pelotari Centro Navarro.