Varias empresas tienen proyectos asociados al nuevo intento
de la NASA de promocionar junto al capital privado el regreso al único satélite
natural de la tierra, aplicando una suerte de “keinesianismo lunar”.

La empresa espacial Intuitive Machines – que planea dos
viajes más este año – se convirtió este jueves 22 en la primera empresa en depositar
una nave espacial privada no tripulada – Odysseus – en la luna, lo que
constituye la génesis de una economía selenita y la era anticipada de
exploración lunar con fines de lucro.

Unas 22 empresas han recaudado fondos privados, según la
firma de capital riesgo Space Capital, sumando al menos 781 millones de dólares
en inversiones, en los últimos diez años, destinados a desarrollar y fabricar
vehículos lunares, módulos de aterrizaje y cohetes con la vista en la
explotación minera y la construcción de refugios, todavía lejos de los
prospectos.

Odysseus, es el primer módulo lunar totalmente robótico
desarrollado en los EE. UU. que aluniza desde la nave espacial Surveyor 7, en
1968. Y también es el primer módulo de alunizaje desarrollado en ese país que arriba
a la luna desde que el «Challenger» del Apolo 17 transportó a dos
astronautas a su superficie el 11 de diciembre de 1972.

Odysseus fue lanzado al espacio desde Cabo Cañaveral a bordo
de un cohete SpaceX Falcon 9 – una firma de Elon Musk – la semana pasada y
viajó casi un millón de kilómetros antes de entrar con éxito en la órbita lunar
el miércoles.

La nave espacial alunizó en el cráter Malapert A en las
tierras altas del sur en el lado “visible” de la luna y lleva una serie de
experimentos científicos de la NASA cruciales para las próximas misiones del
programa Artemis, que incluye un viaje lunar tripulado actualmente programado
para 2026; junto con varias otras cargas útiles privadas, incluido un cubo que
transporta 125 esferas de acero inoxidable creadas por el artista Jeff Koons
que representan las fases de la luna – un asunto bastante inexplicable – y que
llevan por nombre artista y famosos “terrícolas”.

La NASA está interesada en estos cráteres porque algún día
podrían albergar sistemas de apoyo vitales para la primera base de la humanidad
en la luna, que podrían desarrollarse durante futuras misiones Artemis. Artemis
es el nombre de los cohetes del programa SLS de la NASA que impulsa todo lo que
se lance hacia el espacio exterior.

Otra empresa privada: Astrobotic Technology, hará un segundo
intento de alunizaje a finales de este año después de que su primer intento el
mes pasado fracasara horas después del lanzamiento. Firefly Aerospace también
tiene uno planeado este año.

Las misiones son parte de los Servicios Comerciales de Carga
Lunar de la NASA, que le permiten contratar empresas espaciales privadas para
entregar sus instrumentos lunares. En este sentido, la reactivación de la NASA
es una política pública de impulso a la producción y la innovación del mismo
modo que lo fue el siglo pasado con el programa Apolo.

A medida que el crecimiento económico mundial se desacelera,
la exploración espacial y lunar podría convertirse en una fuente de impulso
para nuevas empresas y empleos.

El exitoso lanzamiento de Artemis I está «abriendo la
puerta a la expansión de la economía lunar», afirma Takeshi Hakamada,
director general de ispace, otra empresa privada que planea lanzar su primera
misión lunar el 28 de noviembre próximo.

Por ahora, los principales clientes de la industria lunar
son los gobiernos, pero eso podría cambiar a medida que el programa Artemis
madure y más empresas e inversores hagan grandes apuestas en la economía
selenita. Y si todo sale mal, no importa la economía terrestre habrá
experimentado un buen impulso y, como sostiene la economista italiana Mariana
Mazzucato, las externalidades del proyecto – que en definitiva es estatal –
serán aprovechadas con creces por toda la economía.