A partir del acuerdo entre OpenAI y el fabricante de chips AMD que incluye la adquisición del 10% de AMD por parte de la empresa de Sam Altman, estamos asistiendo a la concentración en pocas corporaciones de todo el negocio de la IA. “Estamos en una fase de desarrollo en la que toda la industria debe unirse y a todos les irá de maravilla», declaró Altman, al Wall Street Journal, al anunciarse el acuerdo con AMD que disparó las acciones de Open AI un 25% en Wall Street.
Denominada “megaglobo” este verdadero ecosistema está formado por las nuevas corporaciones que unen inversiones, asociaciones y cadenas de suministro, mientras aparentan cierta competencia.
La burbuja creada – por eso se la llama megaglobo – motoriza la economía estadounidense fagocitando dólares y energía, fabricando infraestructura y chips, entrenando modelos y construyendo un “relato” en torno al futuro dominado por la superinteligencia que se está construyendo y que justifica y atrae nuevas y alocadas inversiones. Algo similar a otras euforias del pasado como los ferrocarriles en el siglo XIX o las puntocom a comienzos de este.
Por su parte, Nvidia la empresa que provee el 90% de los procesadores para IA y compite con AMD, anunció hace quince días que planea invertir hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI por etapas, utilizando el dinero para construir centros de datos que funcionarán en base a sus codiciados chips. La misma empresa también acordó con Intel invertir 5.000 millones de dólares en el fabricante de chips estadounidense, que atraviesa dificultades.
OpenAI ha obtenido miles de millones adicionales de Oracle y SoftBank para financiar su ambicioso proyecto de centro de datos Stargate en EE.UU., además de miles de millones adicionales de los Emiratos Árabes Unidos para financiar un centro de datos en Abu Dabi. Al parecer han expresado interés en hacer algo similar en la Argentina, aunque no está muy claro.
El gobierno estadounidense se ha convertido en un actor clave en el megaglobo de la IA. Ya el gobierno, bajo Joe Biden, se había involucrado en la financiación de la fabricación nacional de chips a través de la Ley CHIPS aprobada por el Congreso.
Luego, la administración Trump decidió que, a cambio de las subvenciones CHIPS destinadas a ayudar a Intel, el otrora dominante fabricante de chips estadounidense, a recuperar su capacidad de fabricación, la compañía debía ceder al Estado Federal el 10% de la propiedad.
Con el Estado convertido en un actor más del juego, e inmersos en el clima de transacciones rápidas y de todo vale del segundo mandato de Trump, existen grandes chances de que anide la corrupción a cada paso camuflado por la euforia. Veremos que queda cuando se disipe el humo o se pinche el megaglobo… Para diferenciarse de Biden, la nueva administración lanzó su Plan de acción estadounidense para la IA (promocionado como “Ganando la carrera”), que circula en las oficinas del Estado argentino dedicadas al tema como un mandamiento, en el que describe la nueva situación favorable a las tecnológica. El megaglobo ha mutado en magaglobo y su suertre está atada al éxito de Trump.
En el siglo XIX era bastante más simple explicar y entender la utilidad y el impacto económico del ferrocarril. Por el contrario la tecnología de IA tiene un grado de complejidad que la hace muy opaca, donde los propios investigadores no siempre pueden comprender o explicar todo lo que hacen los modelos de IA ni por qué. Más oscura aún es la actividad financiera que está detrás de esta tecnología, siendo cada vez más difícil de mapear, rastrear y comprender para la mayoría de los inversores. Esto preocupa a los veteranos de la crisis de las puntocom y de la crisis financiera de 2008-2009, que se caracterizaron por mecanismos de financiación turbios y poco convencionales que desembocaron en crisis sistémicas.
«El riesgo de una corrección brusca del mercado ha aumentado» para los mercados financieros globales en medio de los riesgos de una burbuja de inteligencia artificial y la presión política sobre la Reserva Federal, reza el último resumen del directorio del Banco de Inglaterra, encendiendo las alarmas que la FED desconecta y advirtiendo a los inversores que están subestimando los grandes riesgos de este mercado alcista.
La directora gerente del FMI, nuestra conocida Kristalina Georgieva, repitió estos comentarios, afirmando: «Las valoraciones actuales se dirigen hacia los niveles que vimos durante el optimismo sobre internet hace 25 años», y añadió que cualquier corrección brusca podría lastrar el crecimiento.
El Banco de Inglaterra advierte que las valoraciones de las acciones son «comparables al pico de la burbuja puntocom», lo que significa que cualquier «ajuste de precios impulsado por la IA» podría arrastrar a la baja a todo el mercado.
A esto se suma el riesgo de concentración ya que los cinco principales miembros del S&P 500 representan cerca del 30% de la cuota de mercado de todo el índice, la más alta en cualquier momento de los últimos 50 años, señala el banco. Eso explica también que la burbuja sea la locomotora actual de la economía estadounidense y la razón por la que las autoridades miren para otro lado.
Los burócratas de Washington tienen claro que cualquier bloqueo sustancial o regulación al progreso de la IA podría perjudicar las valoraciones y, por lo tanto, al mercado en general. A ese contagio le teme el Banco de Inglaterra que nada puede hacer para controlar la valoración del megaglobo ni la política de la Reserva Federal – presionada por Trump – pero cualquier impacto en los mercados estadounidenses podría repercutir sobre la economía de un país con una alta exposición global como el Reino Unido.
Por ahora los jugadores están inflando el globo a todo pulmón sobre los que se cierne un doble interrogante: ¿Qué pasará cuando reviente, o qué pasará si la super IA prometida arrasa con los trabajos de millones de personas? Todas las respuestas tendrán una fuerte implicancia en nuestra vida diaria.
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