Hace una semana se cumplieron 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco y el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez decidió conmemorar la fecha para no olvidar el punto de inflexión que ese hito señala para el desarrollo democrático de su país.
En momentos en que los discursos de extrema derecha aprovechan las frustraciones y falencias que vive la Generación Z, Sánchez busca renovar la adhesión al camino abierto hace medio siglo y a desoír a los herederos del franquismo que se pasen muy orondos por los espacios públicos – sobre todo de la Madrid de Ayuso – haciendo gala de su rancio fascismo.
Uno de los nietos de Franco, Francisco Franco Martínez-Bordiú, se declara apolítico, pero a los 71 años dice de su abuelo: “Ahora le doy la razón. Pensé que no porque el relato de los partidos políticos –de los que no era partidario– ha sido intentar borrarlo, pero creo que, al final, no lo han conseguido en absoluto.” Pero lo que más llamó la atención fue su comparación: “Yo digo que en España la gente que tiene hoy más de 75 años recordará que, en otros tiempos, todo el mundo se podía comprar una vivienda, sus hijos estudiar… La casa en un periodo de 7 a 10 años porque no había créditos como ahora para endeudarte toda la vida, que ni aun así hoy los universitarios se pueden comprar pisos.”
Que “todo el mundo podía comprarse una vivienda” durante el franquismo es una gran mentira, pero que la dificultad para acceder a una, a pesar de haberse forjado un futuro en base al estudio, es real. Y es la “pesadilla” de los jóvenes adultos en casi todo el mundo capitalista.
En los mismos EE.UU. hoy es una realidad que el desempleo está aumentando rápidamente, que acceder a una vivienda es cada vez más inalcanzable y que los resultados de la inversión en una educación universitaria es, cuanto menos, incierto.
Según un estudio de Oxford Economics, el sueño americano no alcanzará a la Generación Z y lo más probable es que jamás lleguen a conciliarlo en su vida. El informe indica que: “El desempleo está aumentando y el crecimiento salarial está disminuyendo para los adultos jóvenes, lo que podría tener un impacto negativo a largo plazo”. Con un mercado laboral sin contratación ni despido, esto representa un desafío para los trabajadores que intentan conseguir trabajo, muchos de ellos por primera vez, en los EE.UU. Por otro lado, la Generación Z se caracteriza por no permanecer más de un año en un trabajo, puesto que prioriza el tiempo libre y el desarrollo basado en la variedad, lo que implica costos de formación para las empresas.
El crecimiento salarial de los trabajadores de 16 a 24 años también está disminuyendo más rápido que en cualquier otro grupo etario, y la movilidad ascendente, que normalmente es más fuerte al principio de la carrera profesional, se ha estancado a medida que se desvanecen las oportunidades de cambiar de trabajo en un mercado laboral ajustado.
Esto quiere decir que la Generación Z comienza con un bajo nivel de riqueza, y los altos precios de los activos podrían retrasar el período de recuperación que tuvieron otras generaciones.
El estudio no cita la IA como una de las razones de este cambio, pero no cabe duda que los jóvenes serán sus víctimas y serían reemplazados con mayor facilidad por la IA.
Una de las implicancias macroeconómicas de la situación de esta franja etaria, de la cual un millón vive en la casa de sus padres y gastan 12.000 dólares menos por año que aquellos que se han independizado, es que influyen sobre la demanda global, llevándola a la baja.
Y para terminar hablando de España, podemos decir que las cosas no son muy distintas. Un informe del observatorio del Ministerio de Trabajo de ese país concluye: “Diversos estudios apuntan a que la Generación Z se encuentra más formada y es más productiva que las anteriores, todo ello en un contexto de altas tasas de desempleo juvenil (20,8 % y 26,8% los menores de 25 años o Generación de Cristal en España) y un ajuste deficiente entre oferta educativa y laboral (OCDE, 2023).
El acceso y manejo de las redes por parte de la Generación Z les permite amplificar su protesta, pero en ningún caso logra tener incidencia en la arena política. Tal vez, su baja tolerancia a la frustración – por algo la llaman “Generación de cristal” – puede ser una de las razones por las que rehúyen el conflicto del espacio público y el fragor de las batallas políticas.
En las guerras del futuro podrán ser grandes pilotos de drones, o hackers que atacan infraestructuras críticas de servicios y comunicaciones – de hecho, el Pentágono o el ejército ruso contratan a gamers e informáticos Z para este trabajo – pero jamás pisarían una trinchera en el frente.
En nuestro país, la Generación Z impulsó el ascenso de Javier Milei. Su discurso de ruptura y autenticidad conectó con el malestar contra ‘la casta’ y la desconfianza hacia la política tradicional”. Sin embargo, las últimas elecciones mostraron una caída de ese apoyo, señalando que su discurso sirvió para ganar adeptos, pero sus dos años de gobierno no solucionaron sus problemas y no satisficieron a esa importante porción de jóvenes, que en general no valoran la política como un medio para generar cambios sociales y mejorar sus vidas.
Para la Generación Z la política es vista más como espectáculo o conflicto que como espacio de transformación, algo poco alentador en un mundo cuyo cambio vertiginoso está siendo dirigido por las elites tecno oligarcas en occidente y por el comunismo chino, de cuya Generación Z hablaremos en otro artículo.
Suscribite




