Relato mata dato

Dos años de retroceso humano

Luego del ataque criminal en un pueblo fronterizo de Israel que resultó en la muerte de 1200 personas y la toma de 251 rehenes por parte Hamas, todo el panorama ha empeorado en la región y debilitado el argumento de la “defensa propia” esgrimido por Tel Aviv.

En 2023, un tambaleante presidente de ultraderecha israelí, Benjamín Netanyahu, luego del conmocionante ataque de Hamas, decidió barrer con su enemigo íntimo en una huida hacia adelante, jaqueado por la opinión pública y por la resistencia del Poder Judicial de su país, a ser maniatado. La invasión le aseguraba apoyo incondicional y liderazgo blindado.

Hoy Gaza es una postal de la desolación. Tampoco es que fuera un vergel antes del avance del ejército israelí, pero el nivel de devastación es apocalíptico. Unos 70.000 gazatíes han muerto y nueve de cada diez habitantes de Gaza han tenido que huir de sus hogares durante los dos años de guerra, según la ONU, mientras las fronteras permanecieron prácticamente cerradas.

Israel también ha tenido, seguramente, grandes pérdidas de soldados – no informadas – enormes sumas de dinero gastadas en la guerra ofensiva y defensiva, sin que la situación de su líder haya cambiado mucho, al contrario, ha empeorado porque ahora, al descontento local previo se le suma al de buena parte de la comunidad internacional que lo considera un genocida. Esa condena hace que su enemigo reciba un creciente movimiento de solidaridad internacional con marchas en todos los países de Europa. La ONU declaró recientemente que las condiciones en Gaza constituyen un “genocidio” y la Corte Penal Internacional, ha emitido una orden de arresto internacional contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Con el único – y nada desdeñable – soporte de los EE.UU., el ejército israelí sigue adelante desoyendo los pedidos de alto el fuego y dejando sin ayuda humanitaria a los palestinos. Según la BBC, la hambruna es generalizada y solo catorce hospitales de la Franja siguen funcionando de los 36 que había activos antes de la invasión.

Además, en estos dos años transcurridos, Israel ha extendido sus blancos a Líbano, Siria, Irán, Cisjordania y Qatar, todos con el apoyo de Estados Unidos incrementando el riesgo en toda la región.

Vale recordar que poco antes del ataque del 7 de octubre de 2023, Estados Unidos había avanzado en negociaciones que pretendían normalizar las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes, entre ellos Arabia Saudita. Sin embargo, la escalada bélica que no esconde el intento de Israel de dominar la región abortó esa posibilidad.

Aparentemente, durante la última Asamblea General de las Naciones Unidas, Donald Trump se reunió con varios líderes árabes y de estados musulmanes que le solicitaron que presentara una iniciativa para poner fin al conflicto. Lo hicieron porque la guerra de Israel está desestabilizando cada vez más a toda la región. Los vecinos de Israel han visto con preocupación el ataque a Irán, – del que los EE.UU. participaron –  y el ataque quirúrgico en terreno de Qatar por parte de Israel, también apoyado por la Administración Trump. Nadie quiere ser el próximo.

El plan de paz presentado por Trump, esta semana, fue garabateado en esos encuentros. Allí se habla de una nueva administración y gobernanza en la Franja de Gaza, entre otros asuntos. Netanyahu viajó a Washington y acordó – luego de quitar uno que imponía a Israel la prohibición de atacar a algún vecino – los 20 puntos del acuerdo que finalmente fue presentado junto a Trump en una conferencia de prensa sin preguntas, tal vez un reflejo de los más de 200 periodistas muertos en estos dos años.

Hamás no pudo rechazar la propuesta porque los líderes árabes y musulmanes la habían apoyado, y dar marcha atrás también se habría considerado una traición a los palestinos de Gaza. Con todo lo floja que pueda ser la propuesta, al menos introduce una pausa en el genocidio y abre un período en el que los alimentos, el agua y los medicamentos que se necesitan con urgencia puedan llegar para asistir a todo un pueblo bajo riesgo de morir. Para muchos gazatíes, eso es más que suficiente.

Hamás también aceptó el fin de la guerra y que ya no participaría en el gobierno de la Franja de Gaza. Todo esto ya lo había aceptado previamente con los países vecinos. En cuanto a los demás elementos de la propuesta: el desarme, la idea de convertir a Tony Blair en un cuasi virrey de la Franja de Gaza, etc., Hamás los ignoró o declaró que necesitaban un mayor debate porque requieren un consenso nacional palestino. Es curioso que Blair en ese papel volvería a un remedo del Protectorado Británico que fuera Palestina entre 1920 y 1948 y cuyo último Alto Comisionado de Palestina fuera el general Alan Gordon Cunningham.

Blair conoce bien el terreno, de 2007 a 2015, se desempeñó como enviado especial para Medio Oriente del Cuarteto, (ONU, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea). A pesar de sus ocho años de misión no logró impulsar la solución de dos Estados y el desarrollo económico de los Territorios Palestinos. Tal vez por eso lo hayan elegido…

Por su parte, Trump está convencido de que si el plan tiene éxito será candidato firme al Premio Nobel de la Paz, y además retrotraerá todo hacia la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, tal como estaban antes del ataque de 2023.

El problema sigue siendo que, por un lado, Israel parece no estar dispuesto a hacer nada para resolver la situación en Gaza, ni abordar el tema de la solución de los dos Estados. Al mismo tiempo, los saudíes no se van a conformar con gestos simbólicos para avanzar, principalmente debido a su propia opinión pública, que será mucho menos tolerante con cualquier normalización con Israel que no aborde directamente los derechos palestinos de forma contundente.

Los problemas internos de Israel tampoco han cesado. Las encuestas muestran que un número creciente de israelíes cree que su democracia está en peligro. En una encuesta realizada por el Canal 12 de Israel, el 63 % manifestó su preocupación por la suerte de la democracia en su país. En otra encuesta del mismo canal, el 70 % afirmó no tener confianza en el gobierno.

Para Israel el dilema es este: ¿Es mejor terminar la guerra a riesgo de permitir que Hamás se reagrupe? ¿O debería Israel librar una guerra interminable con la pérdida de aliados y amigos?

Las balas siguen sibilantes por el aire de la Franja y las bombas estallando, todavía no hay certeza de que la máquina de matar se haya detenido, ni que los 49 rehenes que tiene Hamas en su poder se hayan liberado, ni los miles de presos palestinos en Israel hayan recobrado la libertad en ese castigado rincón del mundo.

Las negociaciones que se llevan adelante en Egipto para poner en marcha el plan de 20 puntos son una luz de esperanza, pese a todo.

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Politólogo UBA, Master FLACSO, pelotari Centro Navarro.