Relato mata dato

Cristo de las redes...

Las grandes iglesias con multitudes reunidas en congregación podrían ser un espectáculo en retirada, como lo es el cine, porque las personas estamos crecientemente sumidas en una individualidad que nos refuerza el uso intensivo de dispositivos móviles, a través de los cuales hacemos casi todo. De modo que, al parecer, las necesidades existenciales también encuentran su cauce en los “benditos” artefactos.

Hoy miles de cristianos recurren a chatbots de IA que afirman ser Jesucristo, pero tras las palabras de consuelo, y hasta respuestas sobre las enseñanzas de la Biblia. sabemos que hay un algoritmo y detrás de él la monetización de todo el acto. Uno podría pensar, ok, la Iglesia Católica tenía un dicho que rezaba: “Cuando escuches el tintineo de tu óbolo caer, tu alma estará salvada”, en referencia a que las promesas de salvación conllevaban un costo monetario que engrosaba las arcas de la iglesia. Pero todavía quedaba algo relacionado a la espiritualidad.

Ahora es diferente porque el feligrés no tiene noción de cómo su fe está siendo transformada en dinero y porque la espiritualidad está ausente. A tono con la época, las IA ofrecen la “experiencia” de habar directamente con Jesús, puesto que así se presentan: «Saludos, querido amigo. Soy yo, Jesucristo». Así operan plataformas como «AI Jesus», «Virtual Jesus», «Jesus AI», «Text with Jesus» y «Ask Jesus» y otras más que encontraremos en Play Store de Google. Dato de color – todo es colorido aquí – «Text with Jesus» permite a sus usuarios chatear con Jesús y otras figuras bíblicas básicas, pero para conversar con personajes como Satanás o los apóstoles hay que hacer un pago extra…

Este modelo de suscripción no solo ofrece más funcionalidades, sino que también elimina la publicidad, mejorando la experiencia del usuario y asegurando una fuente de ingresos regular para la empresa. En resumen, el modelo de negocio es muy similar al de cualquier otra aplicación: un servicio gratuito que se mantiene con publicidad y un servicio Premium que ofrece acceso a más contenido y una experiencia sin interrupciones.

Las aplicaciones prometen sabiduría, consuelo y enseñanzas directamente del Hijo de Dios, invitando a los usuarios a hacer preguntas, buscar consejo e incluso confesar sus pecados. Su atractivo es poderoso, especialmente para los creyentes que buscan apoyo espiritual inmediato en un mundo tanto o más caótico que en el siglo XIV…

Los chatbots fueron creados por empresas como SupremeChaos y Catloaf Software, que dependen en gran medida de los ingresos por publicidad y, en algunos casos, de las suscripciones Premium para monetizar su base de usuarios, es decir, que no hay ninguna iglesia o entidad religiosa detrás de ellos. Ni un ápice de teología respalda los desarrollos, sólo la posibilidad de personalizar el chat con diferentes corrientes religiosas del cristianismo para que las respuestas estén ajustadas a una base de datos doctrinal, pero nada de tradición eclesiástica ni estudios bíblicos específicos.

Con los ajustes, el algoritmo maximiza la participación del usuario y los ingresos. El resultado es una mercantilización de la fe, donde la guía espiritual se convierte en un producto adaptado a las preferencias del consumidor, en lugar de la construcción de comunidad que es el fin de las religiones, antes que la salvación o la satisfacción personal. Estos chatbots están diseñados para mantener a los usuarios interesados, a menudo adaptando las respuestas a lo que es más popular o reconfortante, en lugar de a lo que es teológicamente sólido o doctrinariamente correcto.

En ese mismo orden, este mes en la parroquia San Pedro de Lucerna, Suiza, se instaló un «Jesús» de IA en un confesionario, donde dos tercios de los visitantes reportaron una experiencia espiritual cuyos resultados estarán disponibles en un próximo informe que resume la opinión de todos aquellos que se han confesado con el avatar.

Sabíamos que cientos de trabajos y profesiones están amenazados por la IA, pero que la religión haya caído bajo ese influjo no deja de sorprender. Parece que ahora, ya no las grandes religiones, sino las corporaciones serán las proveedoras del “opio de los pueblos”, diría Carlos Marx.

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Politólogo UBA, Master FLACSO, pelotari Centro Navarro.