A ambas instituciones centenarias las une un mismo elemento, el banco. Los primeros bancos era precarias mesas en las calles en dónde se prestaba dinero y los bancos de las iglesias son el lugar donde reposar el cuerpo para disponerse a rezar. Todo ese universo se está disolviendo a fuerza de bits.
En los siglos XIX y XX los bancos eran instituciones que irradiaban poder desde la arquitectura que los albergaba. Salones inmensos, abovedados, ornados con molduras, gárgolas, capiteles y columnas, semejaban los nuevos templos del Rey Dinero. En cada ciudad importante del mundo, un sector todavía concentra edificios majestuosos que recuerdan a los ciudadanos la supremacía de las finanzas. No hace falta decir que los bancos copiaron de las iglesias cierta arquitectura del poder.
Luego vinieron sucursales más modestas, modernas, funcionales, atestadas de personas que hacían sus trámites de manera personal. Hoy, la gestión bancaria está cambiando en forma acelerada y la incorporación de la IA promete una revolución en el sector.
Nuestra relación con la entidad bancaria con la que operamos es hoy virtual en un 90 por ciento. Las sucursales cada vez tienen menos personal y las casas matrices están orientando a sus clientes hacia las aplicaciones para todo tipo de operaciones. ¿No hace falta impresionar más a las personas o los bancos ya encontraron una manera más sutil de dominación?
Los líderes de los bancos más grandes de Estados Unidos están convencidos de que la IA transformará sus negocios, aunque todavía no exista certeza – como todo lo referido a la IA – de los caminos a seguir o las herramientas a utilizar.
JPMorgan Chase, Capital One y Royal Bank of Canada están «por delante» de sus competidores y «se están alejando del resto», según el último informe de la consultora Evident, cuya directora, Alexandra Mousavizadeh, asegura que «los bancos exitosos se reinventan continuamente» a través de la innovación, una frase completamente hueca.
JPMorgan Chase emplea hoy a más de 2.000 especialistas en IA, dominando la investigación en esa materia con el 45 por ciento de todos los artículos publicados por los bancos en 2023, mientras que Bank of America y Capital One representan el 67 por ciento de todas las solicitudes de patentes centradas en la IA.
Jeff McMillan, el nuevo director de IA de Morgan Stanley, que ocupa el puesto 17 en el índice de Evident, asegura – en otra frase hueca – que “las relaciones y la capacitación del personal son igualmente importantes.”
Pese a tanta bambolla trivial, McMillan, al igual que otros líderes de IA en los bancos, está usando sólo un puñado de herramientas de IA, lo que sugiere que ningún banco ha descubierto cómo utilizar la IA ni siquiera cerca de su potencial. Uno es el asistente de inteligencia artificial de Morgan Stanley que se basa en los datos internos del banco.
Por su parte Morgan Stanley lanzará un producto llamado Debrief que permitirá a los asesores grabar las llamadas de los clientes (con consentimiento) para crear resúmenes y acciones recomendadas.
Por supuesto que el uso de algoritmos y otras delicias de la manipulación de la voluntad de los clientes no se harán a la luz del día, aunque esa parte del negocio la conocen mejor las llamadas Fintech, empresas de base tecnológica que disputan a los bancos parte de sus servicios y que cuentan con ciertas ventajas, como escasa regulación del Estado, con respecto a la banca tradicional.
Algo similar ocurre con las iglesias. Por supuesto que las grandes catedrales sirven para los oficios – no sólo para el turismo – pero los templos están cediendo el paso a la religiosidad virtual.
Según el portal Datacast, muchas iglesias estadounidenses están creando comunidades en línea y el 33 por ciento de los feligreses han encontrado su iglesia actual en Internet, por lo que la retransmisión en directo de los cultos se ha transformado en algo esencial para las iglesias.
La retransmisión en directo ha permitido a los fieles simplemente activar el servicio en sus teléfonos, y el 44 por ciento de las personas han declarado que prefieren estar solas mientras rezan y celebran el culto. Esto permite a los usuarios experimentar la estructura del servicio religioso desde donde se sientan más cómodos, en lugar de en el tradicional entorno eclesiástico. La retransmisión en directo de la iglesia le permite llegar a personas que de otro modo no acudirían en persona.
No cabe duda que estamos frente a un mundo nuevo, desconocido, en donde todos los parámetros conocidos de la realidad – tal cual la denominamos los “antiguos” – están siendo removidos uno a uno por el avance digital.
Suscribite