Relato mata dato

La bipolaridad del capitalismo

La economía capitalista se caracteriza por la generación de crisis financieras recurrentes que tienen las mismas raíces, desarrollo y triste final, desde hace más de cinco siglos: surgen porque “hay algo nuevo en el mundo”, que desata la euforia por adquirirlo impulsando su precio al alza, lo que, a su vez, “oblitera la memoria de los hechos y desenlaces trágicos de especulaciones pasadas” pero los “inversores” están embelesados porque existe una “engañosa relación entre dinero e inteligencia”, es decir, si los que tienen dinero lo invierten en el objeto de moda es porque son lo suficientemente inteligentes para hacer eso y no otra cosa.

Toda esta secuencia es la que el gran John K Galbraith nos legó en su memorable “A short history of financial euphoria”, de 1990, conclusión obtenida luego de analizar la similitud de casos históricos de movimientos especulativos.

Tres años después de su muerte nacieron las criptomonedas el “algo nuevo en el mundo”, la “reinvención de la rueda” – en términos de Galbraith – la gran burbuja especulativa del siglo XXI a la que Donald Trump está por inflar a niveles insospechados.

Pese a que la pandemia de Covid 19 afectó el desarrollo de las cripto – como a casi toda la economía – al punto de haber perdido 2 billones de dólares, esto no ha impedido que ese mercado haya alcanzado en la actualidad su máximo histórico con el valor del Bitcoin superando los 120.000 dólares por primera vez.

En 2024 la SEC – el organismo regulador de los mercados de valores en Estados Unidos – dio su aprobación a la cotización y negociación de los ETF de Bitcoin. Los ETF son fondos cotizados que se conocen por las siglas en inglés de Exchange Traded Funds y son vehículos de inversión colectiva que están a medio camino entre los fondos de inversión y las acciones, y son gestionados por bancos y fondos de gestión de activos. Primero entró Bitcoin, luego Ethereum. Los ETF son una canasta de activos que replican los precios de Bitcoin y Ethereum y pueden comprarse y venderse como acciones en una bolsa y son los causantes del actual auge.

Esto produjo una afluencia de nuevos inversores y de nuevas cripto a la vez que sumó a los lobos de Wall Street a las operaciones. Los ETF incluyen a grandes empresas como BlackRock, que lanzó su ETF de criptomonedas y recaudó miles de millones. Desde entonces, los ETF han recibido entradas por valor de aproximadamente 36.000 millones de dólares, y el fondo BlackRock Bitcoin se disparó hasta los 60.000 millones de dólares.

La euforia desatad hizo que los inversores desestimaran todos los escándalos y la agitación que habían sacudido al mercado cripto al adoptar esta nueva forma de generar ganancias.

La capitalización de este mercado ronda los 2,8 billones de dólares, y Bitcoin tiene una posición dominante con aproximadamente 1,8 billones, casi el 60 % del total. Para tener una idea de la magnitud actual de la burbuja, la capitalización bursátil combinada de los cuatro bancos más grandes de EE.UU. (JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo y Citigroup) alcanzó aproximadamente 1,5 billones de dólares a principios de 2025.

Ya tenemos los dos primeros pasos: “algo nuevo”, lo que Galbraith mencionaba como “volver a inventar la rueda”: las criptomonedas y su instrumento, los ETF. No debemos olvidar – aunque el la euforia hace lo suyo – que el mundo cripto está plagado de criptobros, fraudes y sobornos, y que, además, son un segmento de las finanzas completamente desvinculado de la financiación de la producción y la inversión real. Las finanzas son un mundo complejo y contradictorio. Son la base esencial del sistema económico capitalista, pero también la base de la especulación.

Tenemos el objeto de deseo, los inversores y luego la euforia que necesita desarrollarse en un ambiente libre de regulaciones. Ante los frenos, los actores se han dedicado a hacer lobby y orientar las iniciativas legislativas hacia el empoderamiento y legitimación de las criptomonedas.

OpenSecrets, una organización sin fines de lucro que monitorea el rol del dinero en la política, registró que el lobby de las cripto aumentó sus aportes de 2.5 millones de dólares en 2020 a 22 millones de dólares para el ciclo electoral de 2022. En 2024, alrededor de 133 millones de dólares fueron a las arcas de las campañas de candidatos al Congreso – de ambos partidos – favorables a dejar en paz y favorecer el desarrollo de la burbuja.

El actual presidente de la SEC, Paul Atkins, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, tienen intereses y son firmes defensores, al igual que Trump, de las criptomonedas.

Todas las políticas del “Segundo tiempo” de Trump incluyen la flexibilización de las restricciones sobre la emisión, el uso y el comercio de criptoactivos, a la vez que se flexibilizan las restricciones impuestas por la administración anterior a los bancos y gestores de fondos. Las criptomonedas están pasando de un segundo plano al centro de atención, con una mínima supervisión regulatoria. Fondos de pensiones como el Sistema de Jubilación del Estado de Michigan y la Junta de Inversiones del Estado de Wisconsin ya poseen fondos en Bitcoin.

Incuso, el presidente quiere incluirlas como reserva nacional para Estados Unidos con lo que acrecentaría el deseo de adquirir un activo que contaría con el respaldo del erario público a la hora de asumir los riesgos asociados a la volatilidad del precio de Bitcoin.

Las criptomonedas se mueven en un mundo de las finanzas por sí mismas, y esta reserva le ofrece una red de seguridad, dándole confianza al inversor más cauto. Esto ya configura el escenario de desastre. Porque el desastre es la parte final de una historia muy conocida. Piensa el «inversor»: De ahora en más sólo se trata de sostener la burbuja en el aire el mayor tiempo posible y bajarse justo antes de que estalle.

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Politólogo UBA, Master FLACSO, pelotari Centro Navarro.